El yacimiento del Assegador de la Torre, datado entre los siglos XIII y XIV, constituye un enclave arqueológico de notable interés para el conocimiento del poblamiento medieval en la comarca de la Marina Alta. Su importancia radica en que presenta indicios de una ocupación continuada durante la etapa islámica y la posterior cristiana, hecho que lo convierte en un ejemplo representativo de los procesos de transición cultural y territorial vividos en la zona tras la conquista feudal.
El asentamiento se localiza en un espacio relativamente llano, hoy cubierto de pinos, que en tiempos recientes fue objeto de un intenso proceso de abancalamiento agrícola. Dichas transformaciones modernas del terreno han borrado o enmascarado buena parte de las posibles estructuras medievales, lo que dificulta una lectura clara del yacimiento en superficie. Sin embargo, la abundancia de fragmentos cerámicos islámicos —principalmente piezas comunes e informes— hallados dispersos por el lugar permite confirmar la existencia de un núcleo de hábitat. La presencia de cerámica cristiana es mucho más reducida, lo que apunta a una continuidad menor tras la conquista, aunque sin descartar la reutilización de espacios ya existentes.
El emplazamiento toma su nombre del camino antiguo del Assegador de la Torre, vía histórica que atraviesa el asentamiento y que debió jugar un papel fundamental en la articulación del territorio. Este tipo de caminos, empleados para el tránsito de personas y ganados, a menudo actuaban como ejes de comunicación entre las alquerías y los espacios agrícolas y pastoriles circundantes.
Desde el punto de vista histórico, el yacimiento debe relacionarse con la alta densidad de asentamientos islámicos tardíos documentados en la Marina Alta entre finales del siglo XII y la primera mitad del XIII. Este fenómeno se vincula tanto al crecimiento de la población como a la presión militar y territorial cristiana desde el norte, que impulsó la llegada de grupos de origen norteafricano y reforzó la ocupación de espacios agrícolas estratégicos. En este contexto, el Assegador de la Torre habría funcionado como un pequeño núcleo rural destinado principalmente a la explotación agrícola y ganadera, con una organización similar a la de otras alquerías de la zona.
Tras la conquista cristiana, se constata una ocupación menos intensa, probablemente vinculada a nuevos pobladores de origen feudal que aprovecharon las estructuras islámicas preexistentes. La naturaleza discontinua y limitada de los materiales cerámicos cristianos encontrados no permite determinar con certeza si se trató de una verdadera continuidad poblacional o de una reocupación posterior tras un posible abandono. Este interrogante permanece abierto, aunque la hipótesis más plausible apunta a una transformación progresiva del asentamiento, en la que parte de la población islámica pudo haber permanecido bajo dominio cristiano, al menos de manera temporal.
En conclusión, el yacimiento del Assegador de la Torre refleja de manera clara la dualidad cultural e histórica de un territorio en plena transición entre dos mundos: el islámico y el cristiano. Su estudio resulta esencial para comprender cómo se configuró el poblamiento rural en el litoral de Moraira y alrededores durante los siglos finales de la Edad Media.
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