SIGLO XVIII
El siglo XVIII fue una etapa crucial en la historia del actual núcleo urbano de Moraira. En este periodo, la población vinculada a Teulada comenzó a experimentar un crecimiento paulatino gracias a su ubicación estratégica frente al Mediterráneo. La economía seguía basándose principalmente en la agricultura —con la almendra, la vid y el olivo como cultivos pilares—, pero el puerto natural de Moraira empezó a cobrar importancia tanto para el comercio como para la pesca, actividades que se intensificaron hacia finales de siglo.
Sin embargo, la costa seguía siendo escenario de un peligro constante: los ataques piratas, sobre todo de corsarios berberiscos, que asolaban las costas del Levante español. Para hacer frente a esta amenaza se construyó en 1742 el Castillo de Moraira, una fortificación erigida por el Reino de Valencia con el objetivo de proteger a la población y controlar los movimientos marítimos. Su presencia no solo representó un símbolo de resistencia, sino que marcó el inicio de un proceso de reocupación estable del litoral tras siglos de despoblamiento.
La defensa que ofrecía el Castillo permitió que la población comenzara a asentarse de nuevo en la bahía. Bajo su protección aparecieron los primeros almacenes para guardar productos agrícolas y pesqueros, lo que dio lugar a las primeras calles del pueblo. Puede afirmarse que fue la defensa proporcionada por el Castillo la que hizo posible la formación del embrión urbano de Moraira, origen de la trama que más tarde se consolidaría con la construcción del primer templo en 1774 y, posteriormente, del templo parroquial en 1875.