La historia de Moraira se remonta a miles de años, con huellas que nos transportan a la Prehistoria y la Edad Antigua. Durante la prehistoria, la zona estuvo habitada por comunidades humanas que dejaron vestigios de su paso en herramientas, cerámicas y restos arqueológicos, descubiertos en cuevas y asentamientos de la región. Estos primeros habitantes, cazadores y recolectores, vivían en armonía con el entorno natural que los rodeaba, aprovechando los recursos del mar y la montaña.
Con el paso del tiempo, Moraira se integró en las dinámicas de las grandes civilizaciones antiguas. Los íberos, establecidos en el área, dejaron su impronta en forma de asentamientos fortificados y trabajos artesanales. El puerto natural de Moraira se convirtió en un punto estratégico en las rutas comerciales del Mediterráneo.
El Paleolítico marca el inicio de la presencia humana en Moraira, un periodo en el que los primeros habitantes de la región vivían como cazadores y recolectores, utilizando herramientas de piedra para su supervivencia. Los restos arqueológicos descubiertos en cuevas cercanas revelan que estos grupos humanos se asentaron en zonas estratégicas, aprovechando los recursos naturales del mar y la montaña. Durante este periodo, el clima y el entorno jugaron un papel crucial en su modo de vida, influyendo en su movilidad y en las actividades de caza y recolección.
El Neolítico en Moraira representa una transformación clave en la historia de la región, marcada por la transición de sociedades nómadas a comunidades sedentarias. Durante este periodo, los habitantes comenzaron a practicar la agricultura y la ganadería, estableciendo los primeros asentamientos permanentes. La introducción de la cerámica y herramientas más avanzadas permitió a estas sociedades almacenar alimentos y mejorar su calidad de vida.
El paisaje de Moraira comenzó a cambiar con la intervención humana, adaptando el entorno para el cultivo y la cría de animales. Este periodo sentó las bases para el desarrollo de la organización social y económica de la región, marcando el inicio de una vida más estable y conectada con la tierra.
La Edad del Bronce en Moraira supone un periodo de grandes avances tecnológicos y sociales. Durante esta época, las comunidades locales comenzaron a utilizar metales para fabricar herramientas y armas más duraderas y eficaces, lo que mejoró significativamente sus actividades diarias, como la agricultura, la caza y la construcción.
Los asentamientos de la época se volvieron más complejos, en altura y en terrazas, así como estructuras defensivas y viviendas más elaboradas, lo que indica un mayor grado de organización social. También se intensificaron las relaciones comerciales con otras regiones del Mediterráneo, trayendo influencias culturales y productos de intercambio.
El Bronce Valenciano también destaca por la aparición de prácticas funerarias más elaboradas, como los enterramientos en cistas de piedra o en cuevas, que reflejan una mayor preocupación por el más allá y la jerarquización social.
La época íbera en Moraira, que se desarrolló entre los siglos VI a.C. y I a.C., marca un periodo de gran importancia cultural y económica en la historia de la región. Los íberos, una civilización avanzada que habitaba el este de la Península Ibérica, establecieron en Moraira pequeños asentamientos fortificados en zonas elevadas, conocidos como oppida, desde donde controlaban el territorio circundante y las rutas comerciales.
Durante este periodo, los íberos desarrollaron una cultura propia, con una lengua escrita en un alfabeto propio, y un arte distintivo visible en cerámicas decoradas y esculturas, además de prácticas funerarias como los enterramientos en túmulos. Su economía se basaba en la agricultura, el comercio y la metalurgia, y es probable que mantuvieran intercambios con otras civilizaciones del Mediterráneo, como fenicios y griegos, a través de puertos cercanos.