LA RAMBLA
El yacimiento de La Rambla, situado en Moraira, corresponde a un asentamiento tardo-ibérico con perduración romana, datado aproximadamente entre los siglos II a.C. y I d.C. Su ubicación se encuentra en una zona plana, pocos metros al sur de la confluencia de los barrancos de Benimeit, la Font Santa y el Barranc Roig, en la margen este de la plana aluvial orientada norte-sur que desemboca en la playa de l’Ampolla. Esta localización estratégica, sobre suelos fértiles y fáciles de cultivar, favoreció una economía centrada en la explotación agrícola y en la producción de recursos locales.
Entre los restos arqueológicos recuperados destacan fragmentos de cerámica tardo-ibérica, junto con algunos materiales importados de origen itálico, especialmente terrissas comunes, que evidencian la continuidad del asentamiento durante los primeros momentos de la romanización. Además, se han hallado restos de materiales constructivos, como tejas y piedras, que sugieren la existencia de edificaciones destinadas a la vida cotidiana y a la explotación agrícola. Un ejemplo de ello es el basamento de un pequeño muro ubicado en el extremo noreste de la parcela, construido con bloques calcáreos y tapiales de tierra arcillosa, con una longitud conservada de 135 cm, 35 cm de ancho y 15 cm de altura.
La Rambla comparte muchas similitudes con el vecino yacimiento de Tabaira, también tardo-ibérico, pero se diferencia de este por la evidencia de ocupación romana posterior, aunque limitada, que permite documentar la transición cultural y económica de la zona tras la conquista romana. La cerámica romana y los restos de tejas indican la presencia de estructuras arquitectónicas de este periodo, aunque la ocupación no se prolongó más allá del siglo II d.C.
El asentamiento se encontraba originalmente sobre un abancalamiento agrícola tradicional, actualmente en proceso de urbanización, lo que ha provocado la destrucción parcial del yacimiento y dificulta la conservación de las estructuras. Aun así, los restos recuperados permiten deducir que su actividad principal estaba vinculada a la agricultura intensiva, aprovechando la fertilidad de los suelos aluviales cuaternarios de la zona, y formando parte de un sistema rural integrado que combinaba producción local, intercambio y, posiblemente, vínculos con otros asentamientos cercanos.
En conjunto, el yacimiento de La Rambla constituye un testimonio clave para entender la pervivencia y adaptación de las comunidades tardo-ibéricas durante la romanización y ofrece información esencial sobre la organización del territorio, la explotación agrícola y la integración del litoral de Moraira en los circuitos económicos del mundo romano.