Entre los acantilados marinos del norte de Alicante y de la isla de Ibiza sobrevive una de las plantas más raras y amenazadas de toda Europa: la Silene de Ifac (Silene hifacensis). Este endemismo mediterráneo debe su nombre al Peñón de Ifach, donde antaño crecía en libertad antes de desaparecer por la presión humana.
La Silene de Ifac es una planta perenne que se desarrolla en las grietas de los acantilados secos, expuesta al viento y a la salinidad del mar. Puede alcanzar entre 20 y 50 cm de altura y florece entre marzo y junio, mostrando flores de tonos rosados, aunque en ocasiones también aparecen ejemplares de color blanco.
Su adaptación a un hábitat tan extremo la convierte en un ejemplo de la resiliencia de la flora mediterránea, capaz de sobrevivir en lugares donde apenas hay suelo ni agua.
A principios del siglo XX se consideraba extinguida. No fue hasta décadas después cuando se redescubrieron algunos ejemplares, aunque el número era mínimo: apenas 20–25 plantas en toda Alicante.
Gracias a programas de búsqueda y reintroducción, la población ha aumentado hasta alcanzar en la actualidad unas 150 plantas aproximadamente. Sin embargo, sigue siendo una especie en Peligro Crítico según la UICN y está incluida en el Anexo II de la Directiva Hábitats de la Unión Europea, lo que implica su protección estricta.
En España figura en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas como “Especie de Interés Especial” y en la Comunidad Valenciana goza de la categoría de Especie de Protección Estricta.
Un símbolo de la fragilidad del Mediterráneo
La historia de la Silene de Ifac refleja los riesgos de la pérdida de biodiversidad cuando no se protege a tiempo. El expolio de coleccionistas y la indiferencia social casi llevaron a esta planta única en el mundo a la desaparición definitiva.
Hoy, su supervivencia depende de la conservación activa, la protección de sus hábitats y la reintroducción en lugares de los que desapareció. Pero, sobre todo, depende de que aprendamos a valorar nuestro patrimonio natural: porque especies como la Silene de Ifac son irreemplazables y forman parte de la identidad de la Marina Alta.