La Cova de les Cendres, situada en la vertiente sureste de la Punta de Moraira a unos 35-40 metros sobre el nivel del mar, es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Comunitat Valenciana. Su gran vestíbulo de entrada conduce a una amplia sala de unos 500 m² con una cámara secundaria, lo que la convirtió durante milenios en un espacio privilegiado de refugio y asentamiento humano.
La secuencia estratigráfica de la cueva alcanza unos siete metros de sedimentos, lo que la convierte en una auténtica cápsula del tiempo donde se documentan ocupaciones que van desde el Paleolítico Superior hasta la Edad del Bronce, además de materiales posteriores de época ibérica, romana y medieval. Los niveles más antiguos corresponden al Auriñaciense, hace unos 35000 años, cuando el mar estaba todavía a más de quince kilómetros de la costa actual. En este momento los grupos humanos eran cazadores y recolectores, y empleaban herramientas de sílex y hueso, además de dejar testimonio de pequeñas manifestaciones artísticas grabadas sobre hueso.
Con el paso al Epipaleolítico, en un clima ya más templado y con una línea de costa semejante a la actual, los habitantes de la cueva siguieron practicando la caza y la recolección, aunque con un utillaje adaptado a las nuevas condiciones. A partir del 5000 a.C. se inicia en la Cova de les Cendres una larga secuencia neolítica, caracterizada por el inicio de la agricultura y la ganadería, la aparición de cerámicas impresas cardiales y el pulimento de la piedra. En esta época se domesticaron cereales como el trigo y la cebada, así como animales como la cabra, el cerdo y el buey. También destaca el uso intensivo de los recursos marinos —moluscos y peces—, un cambio que coincide con la estabilización del paisaje litoral semejante al actual.
El Neolítico da paso al Calcolítico o cultura del vaso campaniforme, representada en la cueva por algunas cerámicas decoradas características y por la primera aparición del metal —el cobre—, aunque no se han hallado piezas metálicas en el yacimiento. Posteriormente, en la Edad del Bronce (1700-1600 a.C.), aparecen cerámicas lisas propias del Bronce valenciano. Por encima de estos niveles prehistóricos se documentan restos ibéricos vinculados al cercano asentamiento de la Punta de Moraira, materiales romanos datados entre los siglos II y V d.C., y testimonios medievales tanto islámicos como cristianos, que alcanzan hasta la Baja Edad Media.
Los estudios paleoambientales realizados en los sedimentos de la cueva permiten reconstruir la vegetación y el clima del entorno.
El nombre de la cueva, “les Cendres” (las cenizas), procede de los abundantes restos de hogueras prehistóricas encontrados en su interior, testimonio directo de la vida cotidiana de sus ocupantes. Gracias a su riqueza y continuidad de ocupación, este enclave se ha convertido en un referente para comprender la evolución cultural y ambiental del Mediterráneo occidental. Su estudio comenzó a principios del siglo XX con las prospecciones del abate francés Henri Breuil, aunque las investigaciones sistemáticas no arrancaron hasta la década de 1980 bajo la dirección del Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Desde entonces, la Cova de les Cendres se ha consolidado como un laboratorio único para reconstruir más de diez mil años de historia humana en el litoral de Moraira.
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